INTRODUCCIÓN










Este trabajo habla sobre los niños con Hiperactividad, son niños tienen un trastorno en la conducta, lo que los hace tener una gran actividad motora. Son niños impulsivos, desobedientes y tienen un comportamiento inadecuado para su edad. Veremos también como este trastorno afecta la vida de los padres de estos niños, frustrándolos en el plano de ¿Cómo estoy educando a mi hijo? También conoceremos los tipos de tratamientos que hay para ayudar a que el niño no siga con este déficit, como por ejemplo la Farmacología, que es un tratamiento a base de medicamentos, pero que también tiene sus partes adversas como la falta de sueño y la falta de apetito en el niño. En general veremos las causas de este trastorno, el cómo los padres reaccionan y los tipos de ayuda que se le brindan a los niños con este trastorno.





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CÓMO CONVIVIR CON UN HIPERACTIVO







Aunque el tratamiento psicológico y farmacológico es fundamental para que estos niños consigan integrarse en su entorno, los adultos que rodean al hiperactivo también tienen un papel fundamental en la evolución del trastorno del niño, especialmente los padres y maestros que están encargados de su educación. Convivir con un niño de estas características es complicado y, en ocasiones puede resultar, incluso, estresante, pero siempre es conveniente consultar a un especialista que indique cómo tratarlos y cómo intentar evitar algunas situaciones desencadenadas por el descontrol que el niño tiene de algunas situaciones. Existen algunas recomendaciones generales sobre la forma de establecer la rutina diaria con estos niños para que se adapten a unos horarios y no fomentar el descontrol. Por ello, hay que establecer una serie de hábitos regulares, es decir, horarios estables para cada tarea, como la comida, el sueño, hacer las tareas escolares o ver la televisión.
Asimismo, hay que establecer unas normas claras a seguir en el hogar, estableciendo claramente los límites que el niño no debe sobrepasar. Para ello, lo primero que hay que conseguir es el consenso entre los padres, ya que si éstos mantienen discusiones sobre las normas delante del niño, éste no será capaz de distinguir lo que es correcto y llevará a confusión. Siempre que se establezcan normas debe hacerse de forma explícita, es decir, que el niño tenga claro qué es exactamente lo que se espera de él.
Por otro lado, los expertos aconsejan a los padres informar al hiperactivo sobre sus conductas intentando que sea él mismo el que evalúe su actuación, sin necesidad de recurrir a la recriminación. Del mismo modo, siempre que tengan conductas correctas es necesario reforzarla positivamente, premiando esta conducta, no sólo de forma material sino que puede ser un premio afectivo, un beso o un abrazo que le hará entender que está actuando correctamente. En el caso contrario de que el niño no actúe bien o no obedezca hay que tener siempre en cuenta que emplear castigos físicos es del todo negativo, mientras que lo conveniente es intentar enseñarle lo que ha hecho mal y cuál debe ser su comportamiento en otra ocasión. Como castigo, lo expertos recomiendan que en lugar del castigo físico éste consista en que el niño pierda algunos privilegios de los que goza ante el incumplimiento de alguna norma.
Tampoco ayuda el hecho de que oiga continuamente que es un desastre o un desobediente, es decir, no se le debe recriminar mediante etiquetas porque éstas pueden influir en su autoestima y pueden llevar a la depresión. Finalmente, hay que saber que mantener una actitud optimista con expectativas positivas es importante no sólo para el niño, que percibirá la confianza que se ha depositado en él, sino también para los padres que no deben derrumbarse ante las continuas desobediencias del niño, ya que a medida que éste se adapte a su ritmo de vida disminuirá el descontrol y la inquietud.