Es muy importante cuidar el entorno del pequeño
así como el modo de tratarlo, ya que los síntomas de la hiperactividad pueden
agravarse si se vive en condiciones ambientales adversas. Por ello es
importante:
• La cooperación entre educadores y padres,
trabajando conjuntamente con otros profesionales como médicos, psicólogos,
logopedas, educadores especiales, etc.
• Saber cuál es el comportamiento normal del
niño, según su edad. No se puede pretender que un niño se comporte
perfectamente en situaciones creadas para adultos, como ir de comprar a comer
en un restaurante.
• Si los papás establecen unas normas es muy
importante que se hagan explícitas, es decir, que el niño sepa exactamente qué
es lo que se espera de él.
• Intentar conservar la calma, aunque la
situación sea tensa. No es conveniente "perder los nervios".
• Los castigos han de tener una duración
limitada. No es útil prolongarlos ya que pueden causar ansiedad en el pequeño.
• Conseguir pequeñas metas. Es más razonable ir
paso a paso y valorar los pequeños avances del niño.
• Establecer unos hábitos regulares y unos
horarios estables de comida, sueño, etc.
• Buscar las conductas positivas. La mayoría de
padres tiende a prestar mayor atención a las conductas negativas de sus hijos,
porque son las que molestan y llaman la atención.
• Si hay más hermanos, es frecuente que los
papás se sientan culpables por prestar menos atención al hermanito más
tranquilo. Por ello, es aconsejable buscar un tiempo para dedicarlo plenamente
al otro hermano.
• Aprender a controlar la conducta del niño. Es
conveniente acudir a cursos o seminarios para aprender estrategias educativas
eficaces, así como para conocer a otras familias que se encuentren en una
situación similar
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